Con el lema “Sustentabilidad que parte por casa”, Carolina Urrutia y Andrea Moraga lanzaron su línea de productos de limpieza Freemet, convencidas de que podían competir con las marcas grandes con una propuesta sustentable, ecológica, libre de químicos y sin testeo en animales.
Desde lavalozas hasta cepillos de dientes, Freemet ha logrado un impacto en el mercado y en esta entrevista con Carolina Urrutia, una de sus co-fundadoras, sabremos más sobre los inicios del negocio y los principales aprendizajes.
- ¿Hay algo que aprendiste ahora y te hubiera gustado que alguien te aconsejara cuando estabas comenzando? Si la versión del futuro pudiera contactar con el emprendedor del pasado ¿Qué le diría?
Varias cosas, porque aunque uno diga que no cambiaría nada, siempre hay cosas que se pueden haber hecho mejor. Cuando estábamos partiendo yo no sabía mucho de emprendimiento, había sido una persona más dedicada a la educación y a la ciencia. Mi compañera es del área negocios, pero tampoco teníamos tanta experiencia. Hubiera sido bueno invertir menos tiempo en cosas que se pueden externalizar, optimizar lo que uno puede hacer bien y dejar a terceros otras tareas. Cuando uno empieza tiene ganas de monitorear todo, pero no es la idea desparramarse tanto. En nuestro caso, aprendimos eso y ahora nos enfocamos en desarrollar las fórmulas y estudios científicos de nuestros productos y externalizamos la fabricación con empresas capacitadas para elaborarlos en grandes cantidades.
- ¿Qué habilidades y herramientas has debido desarrollar durante este tiempo?
Antes me dedicaba a la investigación, pero no aplicada. Tuve que desarrollar un método científico y un desarrollo. Nuestra marca ofrece productos con foco sustentable, por lo que también tuve que aprender otros aspectos como el diseño, la trazabilidad de fórmulas y materias primas, todo con el fin de crear productos realmente sustentables. Mi rol como socia y encargada de I & D (Investigación y Desarrollo), incluye no sólo la fórmula, también lo que se ve por fuera, las etiquetas, el packaging, la imagen de la marca. Mi socia también ha tenido que capacitarse en e-commerce, entender cómo funciona la venta no solo a través de nuestra web propia, también en retail.
- ¿Cuáles han sido tus mayores desafíos?
Lo principal es ser parte de una empresa que hace productos, pero que también tiene un propósito. Empezamos en 2014 trabajando desde la casa con las fórmulas y cuando pasamos de proyecto a emprendimiento pusimos todo el foco en la parte ventas, ir creciendo y probando en distintos canales. Pero además de eso, buscamos afianzar que Freemet es una marca sustentable, que ofrece buena calidad a la par de una experiencia de venta agradable. Hemos tenido que sacar del mercado ese “dolor” o creencia de que los productos sustentables limpian menos o que son menos eficientes. Demostrar que el comercio consciente sí existe, que puede llegar al mercado con un precio competitivo y un valor agregado.
Por un lado, hemos creado conciencia en los consumidores para que el producto llegue a más personas, pero el desafío mayor ha sido hacia arriba, crear conciencia en los proveedores de materias primas y fábricas, explicarles que el proceso tiene ganancias a largo plazo, además de su valor sustentable. Ha sido importante esto porque la economía circular depende de toda la cadena. Si cumplimos nosotros y los clientes está muy bien, pero si las fábricas no lo hacen se corta el ciclo.
- ¿Qué ha sido lo más gratificante de emprender?
Tener un equipo formado. Comenzamos dos mujeres y hoy somos 15 personas con contrato. Es rico ver cómo ha crecido una empresa con propósito, que contagia a las personas a involucrarse, y eso pasa tanto con los clientes como con el equipo.
También es muy lindo recibir mensajes de ánimo y colaboración de personas que nos escriben desde todo el país. Apreciamos el agradecimiento por el producto, es maravilloso que podamos ayudar a las personas para ser más sustentables.
- Qué libro o película te gustaría recomendar y por qué.
“Joy: el nombre del éxito” es una película que recomiendo porque trata de una mujer que proviene de una familia tradicional, con padres separados, pero que toma las riendas para sacar adelante su proyecto de vida y su negocio. Tuvo varios desafíos, le copiaron la idea, pero con perseverancia y motivación luchó por sus sueños y motivó a otros a que lo hicieran. La recomiendo a todos, hombres y mujeres, porque todos tenemos un lado masculino y otro femenino por desarrollar y crecer.